¿Por qué no debes sentir culpa por comer alimentos procesados?
En las consultas de nutrición, muchas personas expresan culpa al consumir alimentos procesados. Este sentimiento está relacionado con la creencia de que estos alimentos procesados son perjudiciales, y que comerlos implica un fallo en la
capacidad de llevar una dieta adecuada. Sin embargo, es importante reconocer que vivimos en un entorno en el que los alimentos procesados están por todas partes, haciéndolos accesibles y convenientes. Por tanto, es fundamental que las personas aprendan a no castigarse mentalmente por consumir alimentos procesados.
Aunque es cierto que los alimentos procesados suelen tener un alto contenido en azúcares, grasas y sodio, no es realista pensar que podemos eliminarlos por completo de nuestra dieta. Lo que sí podemos hacer es encontrar un equilibrio,
incluyendo alimentos frescos y nutritivos en nuestras comidas diarias. Sentirse culpable por consumir alimentos procesados no solo afecta el bienestar emocional, sino que también puede desencadenar una relación negativa con la comida. La culpa
al comer alimentos procesados puede convertirse en un ciclo vicioso que nos lleva a comer en exceso, lo que a su vez incrementa los sentimientos de culpa.
Romper este ciclo requiere cambiar la perspectiva sobre los alimentos procesados. En lugar de verlos como “buenos” o “malos”, debemos entenderlos como parte de una dieta equilibrada y flexible. Permitirnos disfrutar de estos alimentos procesados en moderación puede reducir la tensión y la obsesión por comer “perfectamente”.
Aceptar que los alimentos procesados pueden formar parte de una dieta normal y no sentir culpa por ello es un primer paso hacia una relación más saludable con la comida. Además, la falta de actividad física también influye en el tipo de alimentos
que escogemos. Cuando llevamos una vida sedentaria, nuestra energía tiende a ser baja, lo que nos impulsa a buscar fuentes rápidas de energía como los azúcares refinados o las harinas procesadas. No necesitas empezar con grandes rutinas, pero
hacer pequeñas cosas como caminar más o hacer estiramientos puede mejorar tu bienestar general y tus elecciones alimentarias.
Para mejorar nuestra alimentación y reducir el consumo de alimentos procesados, es útil planificar nuestras comidas y tener opciones más saludables a mano. Esto no significa eliminar por completo los alimentos procesados, sino priorizar alimentos
frescos cuando sea posible. También es esencial aprender a identificar cuándo recurrimos a los alimentos procesados por razones emocionales y buscar alternativas más saludables, como técnicas de manejo del estrés. Con estos pasos,
podemos reducir el consumo de alimentos procesados sin sentir culpables porque debido a vivir en un entorno obesogénico hace que sea más difícil llevar una alimentación saludable, pero no imposible. Con pequeños ajustes, una mejor gestión
del estrés y un enfoque más consciente en la actividad física y la cocina, podemos romper el ciclo de culpa y avanzar hacia un estilo de vida equilibrado y sostenible.
Referencias
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Laura Gallardo
Nutricionista especialista en Nutrición Oncológica, Nutrición en el embarazo y Nutrición deportiva. Área de Nutrición y dietética del Centro Sanitario ESTUPENDAmente! en El Puerto de Santa María (Cádiz).

Alejandro Cánovas
Nutricionista especialista en Educación Alimentaria, TCA, patologías digestivas y alergias e intolerancias. Área de Nutrición y dietética del Centro Sanitario ESTUPENDAmente! en El Puerto de Santa María (Cádiz).